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dimecres, 25 de gener del 2012

Els partits es reparteixen quasi 90 milions en subvencions


L'Estat paga "per atendre les despeses de funcionament ordinari"

El Congrés, en una foto d'arxiu
El Ministeri d'Interior ha publicat al BOE les primeres subvencions als partits polítics després de les eleccions generals del 20 de novembre. Els ajuts a les formacions amb representació parlamentària al Congrés dels diputats, corresponents al darrer trimestre del 2011, són de 21 milions d'euros. El Govern de Mariano Rajoy també ha publicat al BOE una subvenció de més d'1 milió corresponent a seguretat pel mateix període.

Amb aquestes subvencions, els partits polítics van rebre una mica més de 82 milions d'euros en subvencions durant tot el 2011, a banda de 4 milions corresponents a seguretat.

Pel que fa als ajuts corresponents a l'últim trimestre de l'any 2011, el Partit Popular s'endú 9,1 milions d'euros, mentre que el PSOE frega els 7 milions. El PSC és el partit català amb una subvenció més alta -pels mesos d'octubre, novembre i desembre de l'any passat- amb 1,1 milions d'euros. Convergència cobra una mica més de mig milió i Unió, 400.000 euros. ERC es queda amb 226.000 euros i Iniciativa amb 167.000 euros.

Aquestes quantitats pagades per l'Estat són "per atendre les despeses de funcionament ordinari" de les formacions polítiques. La subvenció s'abona en dotze mensualitats i va a càrrec dels Pressupostos generals de l'Estat. El càlcul del que ha de percebre cada formació es fa en base als resultats electorals.

Pel que fa a les subvencions per a seguretat, el PP obté 466.000 euros i el PSOE uns 357.000. PSC (59.000), Convergència i Unió (38.000), ERC (11.600) i Iniciativa (8.500) també rebran diners per aquest concepte.

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M'ha semblat força fidel de la situació que ara els funcionaris han de patir

En 1956, Dolores Medio escribió “Funcionario público”, novela desgarrada

donde se narran las penurias de Pablo Marín, funcionario atado a un sueldo
mísero que malvivía en un cuartucho junto a su mujer.
Tras las décadas siguientes de desarrollo, la figura del empleado público casi indigente,
trasunto del cesante de novelón galdosiano, fue poco a poco hundiéndose en el olvido.
Pero en los últimos días, la cloaca política y mediática neoliberal ha babeado de placer
ante los ecos de una posible congelación salarial a los funcionarios. Sin embargo, nada
sería más injusto que pasar la factura de la crisis a este colectivo.
Así, en los momentos de hervor económico y ladrillazo, un encofrador podía duplicar el
sueldo de un Técnico Superior de la Administración, y para conseguir que un albañil
viniera a casa había, poco menos, que apuntarse en una lista de espera y cruzar los
dedos.
Mientras los funcionarios perdían poder adquisitivo y realizaban malabarismos contables
con el sueldo, miles de paletos de eructo, puti club y caspa montaban una constructora y
juntaban billetes de quinientos euros como cromos. Legiones de jóvenes abandonaban los
estudios y dejaban sus libros escolares criando polvo mientras se pavoneaban en coches
refulgentes… ¿los funcionarios? Unos “pringaos, hombre, unos “pringaos”… ¿para qué
estudiar?, ¿para qué invertir?, ¿para qué innovar?...
“España va bien”.
Y mientras tantos celebraban sus ganancias entre cubatas, risas, rayas de coca y “España
va bien”, miles de hombres y mujeres habían inmolado sus mejores años junto a una taza
de café cargado, un flexo y un temario de oposiciones. Con los codos clavados en una
mesa, viendo la vida desfilar a través del claroscuro de un ventanal, a la espera del
momento crucial y temible de los exámenes.
Pues bien, ahora resulta que, según los neoliberales, los efectos de aquellos excesos han
de pagarlos los “privilegiados funcionarios”, precisamente el colectivo que apenas se
benefició del auge económico y que, por supuesto, no provocó la crisis.
Según ese planteamiento no pidamos cuenta a las entidades bancarias que prestaron
dinero sin las debidas garantías. No pensemos que las ganancias obscenas de la
especulación acabaron en paraísos fiscales. No indaguemos en ayuntamientos y
comunidades que dilapidaron millones encargando obras absurdas que enriquecieron a
empresarios. No, no… todo esto que lo paguen los funcionarios.
Sí, los funcionarios, aquellos “pringaos” durante los años del falso esplendor económico.
Sí, el juez que sacrificó como poco cinco años en una oposición terrorífica (aparte de los
cinco de carrera) para ganar menos que muchos fontaneros. Sí, los miles de opositores
que hubieron de recurrir al Lexatín, el policía que se juega la vida por mil quinientos euros
mensuales, el auxiliar que no gana más de novecientos… ¡resulta que estos han de pagar
la crisis y son unos “privilegiados”!
Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor.

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"Banda ampla" debat sobre els funcionaris